Mi encuentro con la Infidelidad del otro


Hace unos meses redactaba una ponencia sobre el acto de lectura como un proceso de reconstrucción, narré cómo la infidelidad de un novio me hizo más lectora, más consciente. Se lo leí a él, estábamos en la cocina y me dijo que todo era perfecto menos lo de la infidelidad.

Abrí mis ojos, me di cuenta de todos los cambios de humor, cada día era más irritante, más agresivo, todo era molesto para él. Veía cómo le sonreía al teléfono, las conversaciones del fútbol, de los hijos, de la psicóloga, de cómo a una persona su hijo la dibuja como un bulldog.

Somos tan predecibles que todo decimos, de una forma u otra.

Me duele saberme en esta situación, me duele que no haya escuchado mis palabras de auxilio cuando le imploraba que me dijera cuando fuera el tiempo de partir. Hasta cosas tan mínimas como compartir el carro para el trabajo o dejar de ir juntos a desayunar. Tiempo había pero ya no era para mí, yo dejé poco a poco de ser aquella persona que él amaba, deseaba.

Poco a poco me fui hundiendo en mis depresiones, porque no encontraba la luz. La adicción a su celular, despertarse en la madrugada para contestar mensajes, las bodas duraban ya más, también había más trabajo de lo normal.

El tiempo se agotaba y se reemplazaba por noches de sexo descontrolado, de placer mientras yo dormía en casa o en una cabaña con mi familia.

Quisiera poder cambiar éste dolor que siento ahora, quisiera poder levantarme, o creer otra vez en él.