La euforia como un antídoto para la ansiedad


No importa cuánto corres, sólo hacia dónde y por qué.

Zeman

Camino por la Universidad de las Artes, mi mente está en blanco porque fui a descargar la ansiedad y el estrés a mis clases de Entrenamiento Físico y expresión corporal. Entre el silencio aparente se escucha a los lejos gritos de euforia, ¿hay partido de fútbol? ¿de quiénes son esas voces?, mi piel se eriza. Siento poco a poco esa emoción desconocida, después se deja de escuchar y gritan: ¡Vamos, Rayos!. Pienso en el fútbol como una posibilidad de deshago, pues gritar, emocionarse, ponerse en el lugar del jugador, enojarse porque así no debería haber sido la jugada o porque fue injusto el árbitro, por ello, el fútbol es necesario para la vida de algunos, como lo es la danza para la vida de otros. La euforia es necesaria para poder sacar todo aquello que no logramos soltar. Ahora, todos estamos ansiosos, por todo y por nada. La ansiedad se generaliza como un problema de salud pública, y sigue siendo un tabú, porque las enfermedades mentales no se consideran enfermedades. La ansiedad nos atrapa, no nos suelta y hace que arrastremos en el suelo. Nosotros debemos combatirla, amarrarla y aventarla al vacío.